No sé como lo hago pero últimamente, cada vez que salgo destroyer acabo con una resaca igualmente destroyer. Lo que se traduce en pasarme desde que llego a las siete de la mañana vomitando como un vicioso hasta que me muero de agotamiento y me duermo por la tarde. Lo peor es que creo que no me bebí ni tres litros de cerveza. Y es que la senectud me tiene frito. 
Lo positivo es que pude ir por fin con Franca a "Les Vals des Vampires" por primera vez desde que volví a París. Justo ahora que el pobre se ha tenido que cortar la melenaza que tanto le había costado dejarse. Aunque tras los lilis de Desperado del camino y las pintas de los bares ya se nos olvidó todo. 
Yo no cambio, como siempre acabé queriendo follarme a uno y dejándole marchar porque me da cosica. Aunque bien que me lanzaba miradazas en el metro, que nos tenía super ubicados el jodío. Y tampoco podía faltar que acabe cayéndome encima de los más pintas, que tire o me tiren una copa, que me ponga a insultar a la gente en la pista por horteras, que me ponga a bailar flamenco en las canciones más inadecuadas y, esta es la mejor, que la gente me pregunte sandeces para entablar conversación, rollo: "¿tú eres nazi?" A lo que contesto: "¡tú has visto un nazi con un piercing en la nariz alguna vez?, pues ea". Así que nada, chicos: moderaos con la bebida porque si no os pasáis el domingo alimentándoos de galletas maría.
Este viernes tuvimos la suerte de ir a un concierto de las fiestas de un pueblo parisino. El cantante era 
Me llegan a decir a mi, hace unos años, que iba a ir a un concierto de este estilo y me río en la cara de quien sea. Y ahora, quien me ha visto y quien me ve, pidiendo a mis compañeros de trabajo que me enseñen a bailar zouk. Shame on me! Lo peor.